El vicio más caro
- María LS
- 1 ago 2018
- 3 Min. de lectura
Todos en algún momento nos hemos sentido ligeramente atraídos hacia algo; puede ser un deporte, coleccionar objetos, un libro, quizás una religión, en fin. Siempre estamos expuestos a crear alguna necesidad que llene o complemente una parte de nuestras vidas.
En mi andar en estos años, he descubierto que uno de los pilares más elementales para que mi cuerpo y mente funcionen correctamente es el equilibrio físico-emocional. Y no es que todo esté relacionado con esas dos cosas únicamente. Me refiero a que es despertarse todos los días sintiendo que vas por buen camino.
En ese proceso de “hacer las cosas bien” mi mente ha luchado contra manías extrañas como morderme las uñas en momentos de angustia, vencer el insomnio, cuestionarme todo el tiempo, sentirme el ser más extraño por mis gustos raros, miedo a la soledad y el fumar.
Éste último sin duda es el que quizás me ha generado más cuestionamientos en casi 12 años, evidentemente porque es malo para la salud, pero también porque aquellos que me han dicho que lo deje, fueron afortunados de no caer en las garras del cigarro o heroicamente lo han dejado, permitiendo tener un juicio bastante sólido sobre quienes lo hacemos de forma recurrente.
Sin duda, han sido varios los momentos en los que lo he alejado de mi vida. Hace 5 años en mis épocas de “runner” mi cuerpo automáticamente lo rechazó. La memoria de mis pulmones sabía que, al momento de empezar a correr, sufriría y sufriría bastante. Por ello, hubo una temporada bastante larga, en donde sentí que una parte importante de mí, lograba estar equilibrada al dejar el cigarro por completo.
Durante estos últimos 5 meses, recurrí a fumar (quizás) excesivamente para saciar un hueco emocional muy profundo. Lo utilicé como un "refugio" para reflexionar, escribir, componer canciones o simplemente desconectarme del mundo en general mientras lo hacía. Obvio nada sano. Lo sé, en serio lo sé. No me enorgullece en lo absoluto, también pienso en mi hijo y todo lo que representa.
Como buena Libra, tener la balanza equilibrada es algo (irónicamente) complicado; la mayoría de las veces cuando creo tener el control de todo lo que está en mis manos, llega algo que rompe con ello.
Para nada estoy en contra de la frase “querer es poder”, pero generalmente cuando logro mantener un ritmo o rutina, me entra un sentimiento extraño de que todo puede suceder. Y no precisamente algo malo. Solo que “algo” está por venir.
Hace casi 1 mes decidí dejar lo que fuese "mi segundo hogar", mi trabajo. Mi rutina de casi 6 años. Mis amigos. Mi otra familia. Tomar la decisión no fue fácil. Hubo un detonador muy importante.
Mi balanza estaba por los suelos.
Los efectos físicos eran bastante notables. Malhumor. Poca tolerancia. Llorar.
-Pero mi indicador más fuerte, fue nuevamente el cigarro-
Todo se juntó. Engañar mi mente fue imposible. Todo se revirtió y se convirtió en una bomba de tiempo.
Si. Exploté internamente.
Lo viví, lo sentí y dolió. Bastante, diría yo.
Por momentos pensé que no saldría adelante, aun cuando anteriormente había tenido episodios más dramáticos, como la pérdida de mi hermano o la separación con el papá de mi hijo.
PERO
No me podía rendir. No esta vez. No ahora. Decidí tomar las riendas del juego nuevamente.
No creo en casualidades, pero sí en que yo tengo un destino. El mío aguardaba en otro lugar. Uno nuevo. Y llegó la oportunidad.
Esta ola de cambios me ha llevado a descubrir experiencias diferentes, poner a prueba mi capacidad, a decidir qué quiero y cómo lo quiero hacer. Agosto llegó. El mes en el que “todo iba a suceder”. Hoy puedo decir que es mucho mejor de como en algún momento lo imaginé.
¿Y qué es “el vicio más caro”?
-Se preguntarán-
Vivir en el pasado.
¿Y por qué es caro?
Porque es tiempo que jamás volverá, y el tiempo vale mucho.
MUCHO.
Hoy convivo felizmente con lo que soy y lo que tengo. Si, también con el cigarro, pero cada vez menos. Es un proceso, comprendan que también es un proceso.
Me alegro porque HOY estamos bien, me refiero a los que realmente importan. Los que valen mi tiempo. Cosas se integran poco a poco en este momento, las recibo con alegría, con la dicha de saber que HOY son para mí y nadie más.
Me da felicidad absoluta que poco a poco voy alejando los miedos, las inseguridades, los prejuicios y abrazando con gusto todo lo que se integra. Camino con pies de plomo porque necesito mantenerme en tierra.
Aprendí que cuando mis pisadas son firmes, aunque sean baby steps, tengo mayor seguridad para tomar decisiones y así ofrecer una versión mejorada de María.
¿Extraño amar? Si ¿Llegará? No sé ¿Lo imagino? Claro ¿Me detiene? Nunca
Kommentare